Por eso mismo se
alienta también una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavía
más. Se advierte la penetración cultural de una especie de
“deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde
cero. Deja en pie únicamente la necesidad de consumir sin límites y la
acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos. En esta línea se
situaba un consejo que di a los jóvenes: «Si una persona les hace una propuesta
y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los
mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les
ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que
solamente hagan lo que ella les dice?
Esa persona los
necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en
sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de
distintos colores, que destruyen —o de-construyen— todo lo que sea diferente y
de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que
desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue
transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha
precedido»
Papa Francisco, Fratelli tutti, nº 13