Recordemos
cómo Jesús invitaba a sus discípulos a prestar atención a los detalles.
El
pequeño detalle de que se estaba acabando el vino en una fiesta.
El
pequeño detalle de que faltaba una oveja.
El
pequeño detalle de la viuda que ofreció sus dos moneditas.
El
pequeño detalle de tener aceite de repuesto para las lámparas por si el novio
se demora.
El
pequeño detalle de pedir a sus discípulos que vieran cuántos panes tenían.
El
pequeño detalle de tener un fueguito preparado y un pescado en la parrilla
mientras esperaba
a
los discípulos de madrugada.
La
comunidad que preserva los pequeños detalles del amor, donde los miembros se cuidan
unos a otros y constituyen un espacio abierto y evangelizador, es lugar de la
presencia del Resucitado que la va santificando según el proyecto del Padre. A
veces, por un don del amor del Señor, en medio de esos pequeños detalles se nos
regalan consoladoras experiencias de Dios.