En este mes
la Iglesia celebra a Nuestra Señora del Monte Carmelo. En efecto, el 16 de
julio de 1251, Nuestra Señora se aparece al santo carmelita inglés, Simón
Stock, y le entrega el Escapulario milagroso del Carmelo, con estas palabras: Recibe, querido hijo, este Escapulario de tu
Orden como signo distintivo de mi fraternidad y la muestra del privilegio que
he obtenido para ti y los hijos del Carmelo. El que muera con éste escapulario
será salvado y no sufrirá nunca del fuego eterno. Es un signo de Salvación.
Una salvaguarda en los peligros, un
compromiso de paz y de eterna alianza. Setenta años después, Nuestra Señora se
apareció al Papa Juan XXII y le hizo una nueva promesa, considerada como un
complemento de la primera. Al principio, el Escapulario era de uso exclusivo de
los religiosos carmelitas. Más tarde la Iglesia, deseando extender los
privilegios y beneficios espirituales de este uso a todos los católicos, simplificó
su tamaño y autorizó que todos puedan recibirlo.