Cardenal Sarah: «Nada en la liturgia debe
romper la atmósfera silenciosa, es su ambiente natural».
"La primera lengua
de Dios es el silencio". Comentando esta bella intuición
de San Juan de la Cruz, Thomas Keating, en su obra Invitation to love, escribe:
"El resto es una pobre traducción. Para entender esta lengua debemos
aprender a estar en silencio y a descansar en Dios".
“Ha llegado el tiempo de recuperar el verdadero
orden de las prioridades. Ha llegado el
tiempo de poner a Dios nuevamente en el centro de nuestras preocupaciones,
en el centro de nuestra acción y de nuestra vida, el único lugar que Él debe
ocupar. De este modo, nuestro recorrido cristiano gravitará alrededor de esta
Roca, se estructurará a la luz de la fe y se nutrirá en la oración. Es un
momento de encuentro silencioso e íntimo en el que el hombre está cara a cara
con Dios para adorarle y expresarle su amor filial.
“Ninguna dictadura puede nada contra el
hombre silencioso. A un hombre no se le puede robar su silencio”.
“Pienso en mi predecesor en la cátedra de
Conakry, en Guinea, monseñor Raymond-Marie Tchidimbo. Estuvo encarcelado nueve
años, perseguido por la dictadura marxista. Tenía prohibido ver y hablar con
nadie. El silencio impuesto por sus
verdugos se convirtió en el lugar de su encuentro con Dios.
Misteriosamente, su calabozo se convirtió en un verdadero "noviciado"
y ese tugurio cutre y sórdido le permitió comprender un poco el gran silencio
del Cielo”.
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