Si
algo encierra el misterio de la vida, es el precisamente su comienzo y su
inevitable final. Nacemos a través de
una madre, que desde el primer instante, en el embarazo incluso, vuelca todo su
amor en el nuevo ser. El alumbramiento es un regalo de Dios, el primero de
tantos.
Este
amor no tiene comparación con ningún otro. Y así lo experimentaremos a lo largo
de todo el tiempo que disfrutemos de la dicha de la cercanía de nuestros
padres. No solemos ser conscientes de cómo nos salva este amor de la rudeza del
mundo. A través de él, y pese a las limitaciones humanas que siempre existen,
percibimos esa luz maravillosa de Dios alumbrando nuestros caminos. En ella
nos desarrollamos, por ella crecemos,
vivimos de su energía y pensamos que siempre estará ahí. Nuestra madre es el
faro, la brújula, la guía, la cura de nuestras heridas en la vida.
José
Martí, libertador cubano y gran escritor, fue especialmente sensible al amor de
mujer. He aquí algunas de sus más acertados pensamientos al respecto.:
- Sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre.
- La mujer de instinto, divisa la verdad y la
precede.
- Toda madre debiera llamarse maravilla.
Fuente: https://n9.cl/23to