lunes, 24 de diciembre de 2018

FELIZ NAVIDAD

Todo niño quiere ser hombre. 
Todo hombre  quiere ser rey.
Todo rey quiere ser Dios.
Sólo Dios quiso ser niño.

lunes, 17 de diciembre de 2018

sábado, 15 de diciembre de 2018

sábado, 8 de diciembre de 2018

domingo, 2 de diciembre de 2018

sábado, 17 de noviembre de 2018

lunes, 29 de octubre de 2018

miércoles, 3 de octubre de 2018

CONDUCIDOS POR EL ESPIRITU

«Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Ga 5, 18).

El apóstol Pablo escribe una carta a los cristianos de Galacia, una región en el centro de la actual Turquía que él mismo había evangelizado y a la que tiene mucho afecto. Algunos de esta comunidad sostenían que los cristianos debían observar las prescripciones de la ley de Moisés para ser gratos a Dios y alcanzar la salvación.

Pero Pablo afirma más bien que ya no estamos «bajo la ley», porque, con su muerte y resurrección, el propio Jesús, Hijo de Dios y Salvador de la humanidad, se ha convertido para todos en Camino hacia el Padre. La fe en Él abre nuestro corazón a la acción del Espíritu de Dios, que nos guía y nos acompaña por los caminos de la vida.

Es decir, según Pablo no se trata de «no observar la ley», sino más bien de llevarla a su raíz última y más exigente dejándonos guiar por el Espíritu. De hecho, unas líneas más arriba, Pablo escribe: «Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5, 14).

En efecto, en el amor cristiano a Dios y al prójimo encontramos la libertad y la responsabilidad de los hijos: a ejemplo de Jesús, estamos llamados a amar a todos, a ser los primeros en amar y a amar al otro como a nosotros mismos, incluso a quienes percibimos como enemigos.

«Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley».

El amor que procede de Dios nos empuja a ser personas responsables en la familia, en el trabajo y dondequiera que nos movamos. Estamos llamados a construir relaciones de paz, de justicia y legalidad.

La ley del amor es el fundamento más sólido de nuestro ser sociales, como cuenta María: «Doy clases en la periferia de París, en una zona desfavorecida y con una población escolar multicultural. Llevo a cabo proyectos interdisciplinares para trabajar en equipo, vivir la fraternidad entre los compañeros y así ser creíbles cuando proponemos este modelo a los alumnos. He aprendido a no esperar resultados inmediatos, incluso cuando un chaval no cambia. Lo importante es seguir creyendo en él y acompañarlo, valorándolo y gratificándolo. A veces me parece que no consigo cambiar nada, y otras veces, en cambio, tengo la prueba tangible de que las relaciones que hemos construido dan fruto, como sucedió con una alumna mía que durante las clases no participaba de modo constructivo. Le expliqué con calma y firmeza que, para vivir en armonía, cada cual debe hacer su parte. Y entonces me escribió: "Pido disculpas por mi comportamiento, no volverá a suceder. Sé que usted se espera de nosotros acciones concretas y no palabras, y quiero comprometerme a hacerlo. Usted es una persona que nos transmite a los alumnos valores justos y ganas de superarnos"»[1].

«Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley».

Vivir en el amor no es un simple fruto de nuestros esfuerzos. El Espíritu que se nos ha dado –y que podemos seguir pidiendo– es el que nos da la fuerza para ser cada vez más libres de la esclavitud del egoísmo y vivir en el amor.

Escribe Chiara Lubich: «Es el amor el que nos mueve, el que nos sugiere cómo responder a las situaciones y opciones que estamos llamados a vivir? El amor nos enseña a distinguir: esto está bien: lo hago; esto está mal: no lo hago. El amor nos mueve a actuar procurando el bien del otro. No somos guiados desde fuera, sino por ese principio de vida nueva que el Espíritu ha puesto dentro de nosotros. Fuerzas, corazón, mente y todas nuestras capacidades pueden "caminar según el Espíritu" porque están unificados por el amor y puestos a completa disposición del proyecto de Dios sobre nosotros y sobre la sociedad. Somos libres de amar»[2].

 LETIZIA MAGRI

[1] «Educar en los suburbios de París», testimonio de Maria A., Castel Gandolfo 3-3-2018: cf. www.focolare.org/es/news/2018/04/10/educar-en-los-suburbios-de-paris

[2] C. Lubich, «Quella voce dentro», en Città Nuova n. 50 (2006/10), p. 9.

lunes, 1 de octubre de 2018

En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor

Por la sencillez y claridad de sus escritos, y la sabiduría de su doctrina el papa Juan Pablo II la nombró Doctora de la Iglesia universal el 19 de octubre de 1997.

 


De la narración de la vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, escrita por ella misma.

 

Teniendo un deseo inmenso de martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron causualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.

 

Continué leyendo sin desanimarme y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones más excelentes; yo quiero mostraros mi camino todavía mucho mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayo res dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.

 

Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón

y este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.

 

Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé: "Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado."

sábado, 29 de septiembre de 2018

CATOLICA EN HARVARD

¿Quieres mantener la fe mientras estás en la Universidad? Una antigua alumna ofrece 40 consejos




El libro de Aurora Griffin "Como seguí siendo católica en Harvard, 40 consejos para universitarios fieles", está causando un gran impacto entre los católicos estadounidenses, y comienza a serlo en ambientes hispanoparlantes a pesar de que este manual no se puede encontrar todavía en español. Según informa Religión Confidencial, Griffin licenciada en la prestigiosa universidad norteamericana, escribió su experiencia en primer lugar, para animar a aquellos padres que están preocupados de que sus hijos se vuelvan ateos en la universidad, sobre todo en las seculares o las públicas en Europa y España.
 
"How I Stayed Catholic at Harvard, 40 Tips for Faithful College Students", es el título original publicado en la editorial católica Ignatius. El manual salió a la venta el pasado mes de septiembre en Estados Unidos pero ahora está causando impacto entre los católicos europeos.
 
En su artículo publicado en el diario Catholic Herald, Aurora Griffin asegura que "es mucho más fácil de lo que se piensa mantener la fe en una institución secular, pero hay algunos consejos para enfrentarse mejor". El libro también está dirigido para aquellos estudiantes que están preocupados de que pueden perder la oportunidad de vivir una "experiencia" real universitaria por culpa de su fe.

Nuevas amistades
"El libro está dedicado en gran parte a disipar conceptos erróneos. La primera es que, si eres una persona de fe, no vas a tener amigos. Mi experiencia fue precisamente la contraria", detalla la autora.
 
Explica que dentro de la universidad encontró varios grupos de alumnos católicos y programas de voluntariado en las parroquias locales. "Cada grupo está lleno de creyentes sinceros, ya que pocos se molestan en ser católico en una universidad secular a menos que se tomen en serio su fe. Para mí, estas fueron las personas que se convirtieron en los amigos de toda la vida".
 
Asimismo, añade que a veces pensaba que "era más fácil tener amigos católicos en una universidad secular de lo que hubiera sido en una institución católica, porque hemos sentido algo que nuestras creencias eran verdaderamente contraculturales. Nos sentíamos como los rebeldes", apunta en su artículo.
 
¿Mucho estudio y poca vida cristiana?
Otra idea errónea: teniendo en cuenta todo lo que hay que estudiar, uno no tiene tiempo para dedicarlo a prácticas de fe. Para ella, no es así. "Si tuviera que dar sólo un consejo sobre cómo mantener la fe en las universidades seculares, sería este: ir a misa todas los domingos. Y si quieres que tu fe crezca, hay que ir todos los días".
 
Profesores en contra de la fe de sus alumnos
Otra creencia errónea entre los padres y los estudiantes católicos es que las universidades seculares son bastiones de profesores ateos, que se aprovechan de los creyentes y que buscan sacarlos de su error de toda convicción religiosa. "En mis seis años entre Harvard y Oxford, ni una vez he escuchado a un profesor decir algo anticristiano".
 
Éxito vs confesión de fe
Por último, muchas personas creen que no van a lograr éxito en el mundo si públicamente defienden las verdades de la Iglesia. "La última pregunta que me hicieron en mi entrevista como finalista para la beca Rhodes de Oxford era si apoyaba la investigación con células madre embrionarias. Estaba convencida de perder la beca. Al final resultó que el comité estaba buscando a alguien con la integridad de abogar opiniones controvertidas, y me la concedieron. Puedo decir que las mejores oportunidades en mi vida me han llegado a ‘causa de’ y no ‘a pesar de mi fe’, aunque es verdad que hay momentos que defender tu fe, requiere sacrificio real", explica.
 
En una entrevista publicada en Seminarian Casual afirma que, sobre todas las cosas, ella ha encontrado la fuerza en los sacramentos: "La Eucaristía nos puede sostener, y Dios es realmente suficiente para satisfacer a nuestros corazones".
 
Los jóvenes del Milenio
Sobre los estudios que demuestran que ha disminuido la práctica religiosa entre los Millennials, (jóvenes de este milenio) pero sobre todo entre los católicos, Aurora Griffin es muy optimista: "¡Somos pocos, pero somos fuertes. Dios habría ahorrado Sodoma por diez hombres justos, y Jesús fue capaz de evangelizar el mundo de los doce Apóstoles. Tenemos mucho más que eso!
 
Peter Kreeft, profesor de Filosofía de la Universidad de Boston ha comentado que “la mejor manera de mantener su fe, en cualquier universidad, es leer este libro". Y Samuel Gregg, director de Investigación del Instituto Acton para el estudio de la Religión, Libertad y Economía ha afirmado que “cualquier padre católico que tiene un hijo en la universidad, debe darle este libro.


Fuente:  https://www.religionenlibertad.com/nueva_evangelizacion/54433/quieres-mantener-mientras-estas-universidad-una-antigua.html

domingo, 23 de septiembre de 2018

lunes, 17 de septiembre de 2018

martes, 11 de septiembre de 2018

martes, 28 de agosto de 2018

jueves, 23 de agosto de 2018

Te quiero

Te quiero
no porque he aprendido a decírtelo,
no porque el corazón me sugiera esta palabra,
tampoco porque la fe me haga creer que eres amor,
ni siquiera solamente porque has muerto por mí.

Te quiero
porque has entrado en mi vida
más que el aire en mis pulmones,
más que la sangre en mis venas.

Has entrado donde nadie podía entrar,
cuando nadie podía ayudarme,
cada vez que nadie podía consolarme.
Todos los días te he hablado.
Todas las horas te he mirado,
y en tu rostro he leído la respuesta,
en tus palabras la explicación,
en tu amor la solución.

Te quiero
porque durante muchos años has vivido conmigo
y yo he vivido de ti.
He bebido de tu ley
y no me había dado cuenta de ello.
Me he nutrido de ella, me he robustecido,
me he repuesto,
pero lo ignoraba,
como el niño que bebe de la madre
y todavía no sabe llamarla
con ese dulce nombre.

Concédeme estarte agradecida
–al menos un poco–
durante el tiempo que me queda,
por este amor que has derramado en mí
y que me ha obligado a decirte:
te quiero.

Chiara Lubich, Fermenti di unità, Città Nuova, Roma, 1978, pag. 75

miércoles, 20 de junio de 2018

LA PROFUNDIDAD DEL COMPROMISO

La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total».

El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales.

Papa Francisco, La alegría del evangelio, nº 66,67

DECÁLOGO DEL ESPÍRITU POSITIVO

1.- El Espíritu Positivo es una mezcla de serenidad interior, optimismo, caras amables y buen humor. Cultive estas cuatro plantas.
2.- Tenga ojos para lo positivo, no se detenga en lo negativo únicamente.
3.- No permita que la conducta sea resultado de su estado de ánimo: cuando no se sienta bien, sonría; cuando las cosas salgan mal, ríase.
4.- Estar siempre alegre es el mejor regalo que puede hacerle a los demás: sonría y mire con cariño.
5.- El lenguaje anima o desanima. Por eso no hable cosas negativas –críticas, quejas, lamentos-, ni siquiera con el fin de motivar a otros.
6.- Haga de la confianza una clave de su vida. El Espíritu Positivo es el resultado de confiar en uno mismo, en los demás y en Dios.
7.- Vea las realidades presentes con "ojos de futuro"; así tendrá serenidad.
8.- No se tome demasiado en serio a sí mismo. No considere los defectos de los demás como ofensas personales.
9.- Prefiera entre sus amistades a personas alegres y serenas. Destierre a los "aguafiestas".
10.- Tenga los pies en la tierra y el corazón en un sueño. El entusiasmo es el estado de ánimo resultante de poseer una visión esperanzada de la vida. Por eso impóngase retos.