lunes, 29 de octubre de 2018

miércoles, 3 de octubre de 2018

CONDUCIDOS POR EL ESPIRITU

«Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Ga 5, 18).

El apóstol Pablo escribe una carta a los cristianos de Galacia, una región en el centro de la actual Turquía que él mismo había evangelizado y a la que tiene mucho afecto. Algunos de esta comunidad sostenían que los cristianos debían observar las prescripciones de la ley de Moisés para ser gratos a Dios y alcanzar la salvación.

Pero Pablo afirma más bien que ya no estamos «bajo la ley», porque, con su muerte y resurrección, el propio Jesús, Hijo de Dios y Salvador de la humanidad, se ha convertido para todos en Camino hacia el Padre. La fe en Él abre nuestro corazón a la acción del Espíritu de Dios, que nos guía y nos acompaña por los caminos de la vida.

Es decir, según Pablo no se trata de «no observar la ley», sino más bien de llevarla a su raíz última y más exigente dejándonos guiar por el Espíritu. De hecho, unas líneas más arriba, Pablo escribe: «Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5, 14).

En efecto, en el amor cristiano a Dios y al prójimo encontramos la libertad y la responsabilidad de los hijos: a ejemplo de Jesús, estamos llamados a amar a todos, a ser los primeros en amar y a amar al otro como a nosotros mismos, incluso a quienes percibimos como enemigos.

«Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley».

El amor que procede de Dios nos empuja a ser personas responsables en la familia, en el trabajo y dondequiera que nos movamos. Estamos llamados a construir relaciones de paz, de justicia y legalidad.

La ley del amor es el fundamento más sólido de nuestro ser sociales, como cuenta María: «Doy clases en la periferia de París, en una zona desfavorecida y con una población escolar multicultural. Llevo a cabo proyectos interdisciplinares para trabajar en equipo, vivir la fraternidad entre los compañeros y así ser creíbles cuando proponemos este modelo a los alumnos. He aprendido a no esperar resultados inmediatos, incluso cuando un chaval no cambia. Lo importante es seguir creyendo en él y acompañarlo, valorándolo y gratificándolo. A veces me parece que no consigo cambiar nada, y otras veces, en cambio, tengo la prueba tangible de que las relaciones que hemos construido dan fruto, como sucedió con una alumna mía que durante las clases no participaba de modo constructivo. Le expliqué con calma y firmeza que, para vivir en armonía, cada cual debe hacer su parte. Y entonces me escribió: "Pido disculpas por mi comportamiento, no volverá a suceder. Sé que usted se espera de nosotros acciones concretas y no palabras, y quiero comprometerme a hacerlo. Usted es una persona que nos transmite a los alumnos valores justos y ganas de superarnos"»[1].

«Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley».

Vivir en el amor no es un simple fruto de nuestros esfuerzos. El Espíritu que se nos ha dado –y que podemos seguir pidiendo– es el que nos da la fuerza para ser cada vez más libres de la esclavitud del egoísmo y vivir en el amor.

Escribe Chiara Lubich: «Es el amor el que nos mueve, el que nos sugiere cómo responder a las situaciones y opciones que estamos llamados a vivir? El amor nos enseña a distinguir: esto está bien: lo hago; esto está mal: no lo hago. El amor nos mueve a actuar procurando el bien del otro. No somos guiados desde fuera, sino por ese principio de vida nueva que el Espíritu ha puesto dentro de nosotros. Fuerzas, corazón, mente y todas nuestras capacidades pueden "caminar según el Espíritu" porque están unificados por el amor y puestos a completa disposición del proyecto de Dios sobre nosotros y sobre la sociedad. Somos libres de amar»[2].

 LETIZIA MAGRI

[1] «Educar en los suburbios de París», testimonio de Maria A., Castel Gandolfo 3-3-2018: cf. www.focolare.org/es/news/2018/04/10/educar-en-los-suburbios-de-paris

[2] C. Lubich, «Quella voce dentro», en Città Nuova n. 50 (2006/10), p. 9.

lunes, 1 de octubre de 2018

En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor

Por la sencillez y claridad de sus escritos, y la sabiduría de su doctrina el papa Juan Pablo II la nombró Doctora de la Iglesia universal el 19 de octubre de 1997.

 


De la narración de la vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, escrita por ella misma.

 

Teniendo un deseo inmenso de martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron causualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.

 

Continué leyendo sin desanimarme y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones más excelentes; yo quiero mostraros mi camino todavía mucho mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayo res dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.

 

Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón

y este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.

 

Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé: "Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado."

sábado, 29 de septiembre de 2018

CATOLICA EN HARVARD

¿Quieres mantener la fe mientras estás en la Universidad? Una antigua alumna ofrece 40 consejos




El libro de Aurora Griffin "Como seguí siendo católica en Harvard, 40 consejos para universitarios fieles", está causando un gran impacto entre los católicos estadounidenses, y comienza a serlo en ambientes hispanoparlantes a pesar de que este manual no se puede encontrar todavía en español. Según informa Religión Confidencial, Griffin licenciada en la prestigiosa universidad norteamericana, escribió su experiencia en primer lugar, para animar a aquellos padres que están preocupados de que sus hijos se vuelvan ateos en la universidad, sobre todo en las seculares o las públicas en Europa y España.
 
"How I Stayed Catholic at Harvard, 40 Tips for Faithful College Students", es el título original publicado en la editorial católica Ignatius. El manual salió a la venta el pasado mes de septiembre en Estados Unidos pero ahora está causando impacto entre los católicos europeos.
 
En su artículo publicado en el diario Catholic Herald, Aurora Griffin asegura que "es mucho más fácil de lo que se piensa mantener la fe en una institución secular, pero hay algunos consejos para enfrentarse mejor". El libro también está dirigido para aquellos estudiantes que están preocupados de que pueden perder la oportunidad de vivir una "experiencia" real universitaria por culpa de su fe.

Nuevas amistades
"El libro está dedicado en gran parte a disipar conceptos erróneos. La primera es que, si eres una persona de fe, no vas a tener amigos. Mi experiencia fue precisamente la contraria", detalla la autora.
 
Explica que dentro de la universidad encontró varios grupos de alumnos católicos y programas de voluntariado en las parroquias locales. "Cada grupo está lleno de creyentes sinceros, ya que pocos se molestan en ser católico en una universidad secular a menos que se tomen en serio su fe. Para mí, estas fueron las personas que se convirtieron en los amigos de toda la vida".
 
Asimismo, añade que a veces pensaba que "era más fácil tener amigos católicos en una universidad secular de lo que hubiera sido en una institución católica, porque hemos sentido algo que nuestras creencias eran verdaderamente contraculturales. Nos sentíamos como los rebeldes", apunta en su artículo.
 
¿Mucho estudio y poca vida cristiana?
Otra idea errónea: teniendo en cuenta todo lo que hay que estudiar, uno no tiene tiempo para dedicarlo a prácticas de fe. Para ella, no es así. "Si tuviera que dar sólo un consejo sobre cómo mantener la fe en las universidades seculares, sería este: ir a misa todas los domingos. Y si quieres que tu fe crezca, hay que ir todos los días".
 
Profesores en contra de la fe de sus alumnos
Otra creencia errónea entre los padres y los estudiantes católicos es que las universidades seculares son bastiones de profesores ateos, que se aprovechan de los creyentes y que buscan sacarlos de su error de toda convicción religiosa. "En mis seis años entre Harvard y Oxford, ni una vez he escuchado a un profesor decir algo anticristiano".
 
Éxito vs confesión de fe
Por último, muchas personas creen que no van a lograr éxito en el mundo si públicamente defienden las verdades de la Iglesia. "La última pregunta que me hicieron en mi entrevista como finalista para la beca Rhodes de Oxford era si apoyaba la investigación con células madre embrionarias. Estaba convencida de perder la beca. Al final resultó que el comité estaba buscando a alguien con la integridad de abogar opiniones controvertidas, y me la concedieron. Puedo decir que las mejores oportunidades en mi vida me han llegado a ‘causa de’ y no ‘a pesar de mi fe’, aunque es verdad que hay momentos que defender tu fe, requiere sacrificio real", explica.
 
En una entrevista publicada en Seminarian Casual afirma que, sobre todas las cosas, ella ha encontrado la fuerza en los sacramentos: "La Eucaristía nos puede sostener, y Dios es realmente suficiente para satisfacer a nuestros corazones".
 
Los jóvenes del Milenio
Sobre los estudios que demuestran que ha disminuido la práctica religiosa entre los Millennials, (jóvenes de este milenio) pero sobre todo entre los católicos, Aurora Griffin es muy optimista: "¡Somos pocos, pero somos fuertes. Dios habría ahorrado Sodoma por diez hombres justos, y Jesús fue capaz de evangelizar el mundo de los doce Apóstoles. Tenemos mucho más que eso!
 
Peter Kreeft, profesor de Filosofía de la Universidad de Boston ha comentado que “la mejor manera de mantener su fe, en cualquier universidad, es leer este libro". Y Samuel Gregg, director de Investigación del Instituto Acton para el estudio de la Religión, Libertad y Economía ha afirmado que “cualquier padre católico que tiene un hijo en la universidad, debe darle este libro.


Fuente:  https://www.religionenlibertad.com/nueva_evangelizacion/54433/quieres-mantener-mientras-estas-universidad-una-antigua.html

domingo, 23 de septiembre de 2018

lunes, 17 de septiembre de 2018

martes, 11 de septiembre de 2018

martes, 28 de agosto de 2018

jueves, 23 de agosto de 2018

Te quiero

Te quiero
no porque he aprendido a decírtelo,
no porque el corazón me sugiera esta palabra,
tampoco porque la fe me haga creer que eres amor,
ni siquiera solamente porque has muerto por mí.

Te quiero
porque has entrado en mi vida
más que el aire en mis pulmones,
más que la sangre en mis venas.

Has entrado donde nadie podía entrar,
cuando nadie podía ayudarme,
cada vez que nadie podía consolarme.
Todos los días te he hablado.
Todas las horas te he mirado,
y en tu rostro he leído la respuesta,
en tus palabras la explicación,
en tu amor la solución.

Te quiero
porque durante muchos años has vivido conmigo
y yo he vivido de ti.
He bebido de tu ley
y no me había dado cuenta de ello.
Me he nutrido de ella, me he robustecido,
me he repuesto,
pero lo ignoraba,
como el niño que bebe de la madre
y todavía no sabe llamarla
con ese dulce nombre.

Concédeme estarte agradecida
–al menos un poco–
durante el tiempo que me queda,
por este amor que has derramado en mí
y que me ha obligado a decirte:
te quiero.

Chiara Lubich, Fermenti di unità, Città Nuova, Roma, 1978, pag. 75

miércoles, 20 de junio de 2018

LA PROFUNDIDAD DEL COMPROMISO

La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total».

El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales.

Papa Francisco, La alegría del evangelio, nº 66,67

DECÁLOGO DEL ESPÍRITU POSITIVO

1.- El Espíritu Positivo es una mezcla de serenidad interior, optimismo, caras amables y buen humor. Cultive estas cuatro plantas.
2.- Tenga ojos para lo positivo, no se detenga en lo negativo únicamente.
3.- No permita que la conducta sea resultado de su estado de ánimo: cuando no se sienta bien, sonría; cuando las cosas salgan mal, ríase.
4.- Estar siempre alegre es el mejor regalo que puede hacerle a los demás: sonría y mire con cariño.
5.- El lenguaje anima o desanima. Por eso no hable cosas negativas –críticas, quejas, lamentos-, ni siquiera con el fin de motivar a otros.
6.- Haga de la confianza una clave de su vida. El Espíritu Positivo es el resultado de confiar en uno mismo, en los demás y en Dios.
7.- Vea las realidades presentes con "ojos de futuro"; así tendrá serenidad.
8.- No se tome demasiado en serio a sí mismo. No considere los defectos de los demás como ofensas personales.
9.- Prefiera entre sus amistades a personas alegres y serenas. Destierre a los "aguafiestas".
10.- Tenga los pies en la tierra y el corazón en un sueño. El entusiasmo es el estado de ánimo resultante de poseer una visión esperanzada de la vida. Por eso impóngase retos.



APRENDER A DESCANSAR

"Cañón del Río Lobos" Soria


Según el profesor Freire:
1. El hombre es un ser para la acción. Lo genuino del hombre es hacer.
2. Incluso la contemplación es una acción.
3. El descanso es una inevitable necesidad de la limitación del ser, no de la condición del ser.
4. El "arte de descansar" consiste en encontrar actividades que faciliten y no entorpezcan el trabajo posterior.
5. El descanso es una necesidad de la persona, no sólo del cuerpo, nos repone fuerzas psicosomáticas.
6. La pereza no descansa; por el contrario, cansa.
7. El aburrimiento cansa todavía más que la pereza.
8. En condiciones de normalidad, para reparar el cansancio habitual no se necesita mucho tiempo de descanso.
9. El trabajo que más cansa es el que se realiza mal o sin orden.
10. La vida no se disfruta tanto por el descanso como por el trabajo gustoso.

FE Y DEPORTE: UNA SIMBIOSIS PERFECTA

El deporte imprime valores de solidaridad, compañerismo y nobleza. Unos valores humanos a los que muchos deportistas unen valores espirituales. Este es el caso del portero del Real Madrid, el costarricense Keylor Navas, un ejemplo como futbolista y un ejemplo como cristiano. Su fuerza en el campo proviene de Dios y a Él se encomienda en cada partido. Antes de comenzar los encuentros se arrodilla y eleva su mirada al cielo.

Keylor es sobre todo y ante todo un hombre de fe. Así se llama la película que fue estrenada en los cines a primeros de junio. La fe en Dios y el esfuerzo diario le llevaron a alcanzar su sueño: jugar en el Real Madrid. Durante la ofrenda de la Champions en la catedral de la Almudena, muchas fueron las personas que agradecieron a Keylor, no la victoria de su equipo, sino su continuo testimonio de fe. Su fuerza interior reside en su amor a Dios. Cuerpo y alma como simbiosis perfecta. Keylor dice en la película: "Cuando un sueño es acompañado por fe, la distancia sólo es parte del camino… Para mí fue clave saber que Dios está en el control de mi vida…"  Modos de vivir como el de Keylor Navas deben ser un ejemplo a seguir por todos nosotros, los cristianos.

Antonio Vaquerizo

URAKAMI


En 1865, Japón volvió a abrir sus puertas a los extranjeros tras dos siglos de cierre total. Padre Petitjean (1829-1884) de las Misiones Extranjeras de París llegó a Nagasaki y erigió en esta ciudad una pequeña iglesia. Un día vio un grupo de 12 a 15 personas, incluidos hombres, mujeres y niños, de pie frente a la puerta de nuestra iglesia. Me apresuré a abrirla. Una mujer se me acercó y poniéndose la mano sobre el pecho, me dijo:   
 - ¿Nuestro corazón y el de todos los aquí presentes es como el tuyo?   
 -
​ ​
Ciertamente, le respondí, pero ¿tú de dónde eres?    
 - Casi todos somos de Urakami. 
E inmediatamente la mujer preguntó: "¿Dónde está la imagen de Santa María?"  Al oír este nombre bendito, ya no tuve ninguna duda. Me di cuenta de que ciertamente estaba en presencia de viejos cristianos del Japón. Eran quince mil y habían mantenido su fe incluso sin un sacerdote durante dos siglos y medio. Conduje al pequeño grupo al altar de la Santísima Virgen, y llenos de alegría y emoción, todos comenzaron a orar. 

viernes, 15 de junio de 2018



 

sábado, 26 de mayo de 2018

Papa Francisco: Por qué hay que hacerse como niños….



Nueva catequesis sobre la familia en la Audiencia General

Queridos hermanos y hermanas
 
Tras haber revisado las diversas figuras de la vida familiar – madre, padre, hijos, hermanos, abuelos–, quisiera concluir este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los niños. Lo haré en dos momentos: hoy me detendré en el gran don que los niños son para la humanidad, y la semana próxima sobre algunas heridas que por desgracia hace daño a la infancia. Me vienen a la mente los muchos niños que encontré durante mi último viaje a Asia: llenos de vida, de entusiasmo, y por otra parte, veo que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones indignas… en efecto, de como son tratados los niños se puede juzgar una sociedad.
 

En primer lugar, los niños nos recuerdan que todos, en los primeros años de la vida, hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás. Y el Hijo de Dios no se ahorró esta etapa. Es el misterio que contemplan cada año en Navidad. El Belén es el icono que nos comunica esta realidad de la forma más sencilla y directa.
 
Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para entender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bellas y fuertes de Jesús sobre los "pequeños". Este término "pequeños" indica a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en particular los niños. Por ejemplo, Jesús dice: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los inteligentes y las has revelado a los pequeños" (Mt 11,25). Y también: "Cuidado de no despreciar a uno solo de estos pequeños, porque yo os digo que sus ángeles en los cielos están viendo siempre el rostro de mi Padre" (Mt 18,10).
 
Por tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y para la Iglesia, porque nos recuerdan constantemente la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor y de perdón.
 
Los niños nos recuerdan que somos siempre hijos: aunque uno sea adulto, o anciano, aunque sea padre, ocupe un puesto de responsabilidad, en el fondo sigue estando la identidad de hijo. Y esto nos remite siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado sino que la hemos recibido. A veces corremos el riesgo de vivir olvidando esto, como si fuéramos nosotros los dueños de nuestra existencia, y en cambio somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en toda situación, en  toda condición social, somos y seguiremos siendo hijos. Este es el principal mensaje que los niños nos dan, con su misma presencia.
 
Pero hay muchos dones, muchas riquezas que los niños llevan a la humanidad. Recuerdo sólo algunos.
 
Traen su manera de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en papá y mamá; y tiene una confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, no aún contaminada por la malicia, por las dobleces, por las "incrustaciones" de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, que tienen sus egoísmos, pero conservan una pureza, una sencillez interior.
 
Los niños además llevan en sí la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón "de carne" y no "de piedra", como dice la Biblia (cfr Ez 36,26). La ternura es también poesía: es "sentir" las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, sólo para usarlos, porque sirven …
 
Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar: dos cosas que en nosotros los mayores a menudo se "bloquean", ya no somos capaces… Depende siempre del corazón que se endurece… Y así los niños pueden enseñarnos otra vez a sonreír y a llorar.
 
Por todos estos motivos, Jesús invita a sus discípulos a "ser como los niños", porque "de quien es como ellos es el Reino de los cielos" (cfr Mt 18,3; Mc 10,14).
 
Queridos hermanos y hermanas, los niños dan vida, alegría, esperanza. Ciertamente dan también preocupaciones y a veces problemas; ¡pero es mejor una sociedad son estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños!