domingo, 25 de febrero de 2018

lunes, 19 de febrero de 2018

EL OTRO, LOS OTROS.


¿Miramos a la cara a nuestros colegas, jefes, colaboradores? Son personas. Son el otro. Un otro que se nos aparece inicialmente con su rostro, la parte del cuerpo más desnuda y más expuesta a la mirada, y cuya expresión debemos descifrar. El rostro nos ofrece una imagen privilegiada de nuestros semejantes: en él se inscriben todos los movimientos de la subjetividad. Del rostro emana toda la interpelación de las personas.

MUJER, HE AHÍ A TU HIJO

1. Después de recordar la presencia de  María y de las demás mujeres al pie de la cruz del Señor, san Juan refiere: «Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Luego dice al discípulo: "He ahí a tu madre"» (Jn 19,26-27).

Estas palabras, particularmente conmovedoras, constituyen una «escena de revelación»: revelan los profundos sentimientos de Cristo en su agonía y entrañan una gran riqueza de significados para la fe y la espiritualidad cristiana. En efecto, el Mesías crucificado, al final de su vida terrena, dirigiéndose a su madre y al discípulo a quien amaba, establece relaciones nuevas de amor entre María y los cristianos.   

Las palabras de Jesús agonizante, en realidad, revelan que su principal intención no es confiar su madre a Juan, sino entregar el discípulo a María, asignándole una nueva misión materna.  

«Mujer, he ahí a tu hijo» Catequesis de Juan Pablo II (23-IV-97).


JESÚS: OTRA FORMA DE VIVIR


La "Semana Santa", que es el nombre  popular del "misterio" esencial de nuestra fe cristiana. Es la puesta en acto del evangelio: "si el grano de trigo no muere...". En la "Pascua" se da el paso a la confesión de fe en Jesús como el Hijo de Dios. La "Pascua" no es algo que  se realiza en Jesús en beneficio de él mismo. "No lloréis por mí", dice Lucas en el camino hacia el calvario: "llorad por vuestros hijos". Jesús no muere para sí mismo, sino en solidaridad con todos los que padecen la injusticia, en solidaridad con todos los que sufren, con todos los que mueren.
La pasión, muerte y resurrección de Jesús son "modelo" de nuestra vida para que también nosotros muramos nuestra vida en solidaridad con los que sufren y con Él. Abramos nuestro corazón a todos los sufrientes.

CUARESMA 2018



La libertad de Jesús para vivir amando, hasta el extremo, no depende de las expectativas de los demás sobre Él. No se deja "seducir" por el clamor del pueblo cuando le aclama triunfalmente a la entrada en Jerusalén, ni tampoco la incomprensión y el abandono de los suyos le lleva a renunciar a sus opciones.

Su libertad no es una libertad que nace de "afuera a adentro", sino que está anclada en el corazón de Dios. Su libertad está "amarrada" al sueño de Dios que quiere: que la ternura, la compasión solidaria, la justicia alcancen a todas las criaturas y que se acabe para siempre el dolor y el llanto.

Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús (1889-1943), fundadora de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, fue una precursora del Concilio Vaticano II


El Papa canonizará a la madrileña que fundó el primer sindicato obrero femenino en Bolivia
El Papa ha reconocido el milagro que consentirá canonizar a la beata española Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús. Beatificada en 1992 por Juan Pablo II . El Papa Francisco aprobó el milagro que despeja definitivamente la proclamación de santidad en una audiencia que mantuvo el viernes con el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato.
Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús nació en Madrid (España) el 10 de enero de 1889 y murió en Buenos Aires (Argentina) el 6 de julio de 1943.
Una de las hazañas de la española fue organizar en 1933 a las mujeres de los mercados y comercios orureños para formar el que fue el primer sindicato obrero femenino de Bolivia.

«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12)

Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas. 
También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte. La Iglesia (…), nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.

Papa Francisco Mensaje  Cuaresma  2018

miércoles, 14 de febrero de 2018

martes, 13 de febrero de 2018

viernes, 2 de febrero de 2018

AL QUE TENGA SED...

«Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente» (Ap 21, 6)[1].

El apóstol Juan escribe el Libro del Apocalipsis para consolar y animar a los cristianos de su tiempo ante las persecuciones que se habían difundido en aquella época. Este libro, lleno de imágenes simbólicas, revela la visión de Dios sobre la historia y su cumplimiento final: su victoria definitiva sobre todo poder del mal. Este libro es la celebración de una meta, de un fin pleno y glorioso que Dios destina a la humanidad.

Es la promesa de la liberación de todo sufrimiento: Dios mismo «enjugará toda lágrima […], y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas» (Ap 21, 4).

«Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente».

Esta perspectiva tiene sus brotes en el presente para quienes ya hayan comenzado a vivir buscando sinceramente a Dios y su Palabra, que nos manifiesta sus proyectos; para quien siente arder en él la sed de verdad, de justicia y de fraternidad. Sentir sed, estar en búsqueda es para Dios una característica positiva, un buen inicio, y Él nos promete incluso la fuente de la vida.

El agua que Dios promete se ofrece gratuitamente. De modo que no solo se ofrece a quien espera ser grato a los ojos de Él con su esfuerzo, sino a cualquiera que sienta el peso de su debilidad y se abandone a su amor con la seguridad de ser sanado y de encontrar así la vida plena, la felicidad.

Preguntémonos pues: ¿de qué tenemos sed? Y ¿a qué fuentes vamos a apagarla?

«Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente».

Quizá tengamos sed de que nos acepten, de tener un lugar en la sociedad, de realizar nuestros proyectos… Aspiraciones legítimas pero que pueden empujarnos a los pozos contaminados del egoísmo, de la cerrazón en nuestros intereses personales e incluso al abuso sobre los más débiles. Las poblaciones que sufren la escasez de pozos con agua pura conocen bien las consecuencias desastrosas de la carencia de este recurso indispensable para garantizar vida y salud.

Y sin embargo, excavando más adentro en nuestro corazón, encontraremos otra sed que el mismo Dios ha puesto ahí: vivir la vida como un don recibido y que hay que dar. Acudamos, pues, a la fuente pura del Evangelio, liberándonos de esos detritus que tal vez la recubran, y dejémonos transformar también nosotros en fuentes de amor generoso, acogedor y gratuito para los demás, sin pararnos ante las inevitables dificultades del camino.

«Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente».

Además, cuando ponemos en práctica entre cristianos el mandamiento del amor recíproco, permitimos a Dios intervenir de un modo muy especial, como escribe Chiara Lubich:

«Cada instante en que tratamos de vivir el Evangelio es una gota de esa agua viva que bebemos. Cada gesto de amor por nuestro prójimo es un sorbo de esa agua. Sí, porque esa agua tan viva y preciosa tiene esta particularidad: brota en nuestro corazón cada vez que lo abrimos al amor por todos. Es una fuente –la de Dios– que da agua en la medida en que su veta profunda sirve para calmar la sed de los demás con pequeños o grandes actos de amor. […] Y si seguimos dando, esta fuente de paz y de vida dará agua cada vez más abundante, sin secarse nunca. Y hay otro secreto más que Jesús nos reveló, una especie de pozo sin fondo al que acudir. Cuando dos o tres se unen en su nombre, amándose con su mismo amor, Él está en medio de ellos. Y entonces nos sentimos libres, llenos de luz, y torrentes de agua viva brotan de nuestro seno. Es la promesa de Jesús, que se hace realidad porque de Él mismo, presente en medio de nosotros, mana agua que quita la sed para la eternidad»[2].

 

LETIZIA MAGRI



[1] En el mes de febrero proponemos esta Palabra de Dios que un grupo de hermanos y hermanas de distintas Iglesias ha elegido en Alemania para vivir a lo largo de todo el año.

[2] Cf. C. Lubich, «Ser gotas de agua viva», en Ciudad Nueva 385 (3/2002), p. 24.



CON LA RISA YA NO HAY PRISA

domingo, 28 de enero de 2018

JESUS TE QUIERE TAL COMO ERES


El Papa a los jóvenes: «Jesús te quiere tal como eres». 
Cuando Jesús nos mira, no piensa en lo perfecto, sino en todo el amor que tenemos en el corazón para brindar y para servirlo a Él. Para Él eso es lo importante, eso es lo más grande: ¿cuánto amor tengo yo en mi corazón? Y esa pregunta quiero que lo hagamos a nuestra Madre: «Madre, querida Virgen María, mirad el amor que tengo yo en mi corazón. ¿Es poco? ¿Es mucho? No sé si es amor».

JESUS: OTRA FORMA DE VIVIR



La Cuaresma es una mirada al futuro y, desde el futuro abierto, llama a la conversión. Algunas claves:
Miércoles de ceniza: "Con humildad nos disponemos a seguir a Jesús"
Primer domingo: "Del: Conformismo – A: Opto por seguir a Jesús".
Segundo domingo: "Del: Pesimismo – A: Me abro al misterio".
Tercer domingo: "Del: Mercantilismo – A: Apuesto por la persona".
Cuarto domingo: "Del: Miedo y rechazo – A: Me lleno de ternura".
Quinto domingo: "Del: Mis intereses – A: Necesidades de los demás".
Domingo de ramos: "Jesús vive la compasión solidaria".
Jueves santo: "En Jesús, siendo diversos, nos sentimos Uno.
Viernes santo: "Celebración de la muerte de Jesús".
Vigilia pascual: "El Viviente, nos abre a la Vida".

DEDICO CADA ACTUACIÓN A DIOS



Hugh Jackman estrena Apostle Paul, una película sobre san Pablo, que el actor australiano produce junto a Matt Damon y Ben Affleck.  Jackman habló de Dios como el centro de gravedad de su profesión. Actuar le da una sensación de paz, y que dedica cada interpretación a Jesús. «Quizá puede parecer extraño. En Carros de Fuego, el atleta Eric Liddell dice: "Cuando corro, siento el placer de Él (Dios)". Yo siento este placer cuando actúo y todo sale bien, sobre todo en el escenario», dijo Jackman. «Siento que todos buscamos un sentimiento o a alguien que nos pueda unir. Lo llamamos Dios. Todas las noches, antes de salir al escenario, me detengo y dedico mi trabajo a Dios, en el sentido de poder rendirme a Él». La película Apostle Paul muestra la conversión, ministerio y encarcelamiento de Pablo.                                         Fuente: http://www.alfayomega.es/139271/hugh-jackman-interpreta-a-san-pablo-soy-cristiano-y-dedico-cada-interpretacion-a-dios

AVE MARIA

¡Esta oración es una mina de oro!
San Bernardo y muchos otros santos enfatizaron que María nunca se negó a escuchar las oraciones de sus hijos. ¿Por qué rechazar el amor y el consuelo que nos ofrece la dulce Madre de Dios? Hugo Lammer era un cristiano convencido pero era un predicador violento contra la Iglesia Católica. Un día, se encontró con una explicación del Ave María que lo deleitó, y comenzó a rezarla todos los días. Entonces toda su animosidad anticatólica desapareció como por arte de magia. Se convirtió en sacerdote y profesor de teología católica en Breslau ( Polonia).
Hay miles de historias similares: un sacerdote está cerca de un hombre que muere desesperado debido a sus pecados y falta de fe. El hombre se niega a confesarse. El sacerdote consigue que rece al menos un Ave María. Poco después, el infeliz hace una confesión sincera y muere en la gracia de Dios.
FELIZ Y SANTA CUARESMA

EL HUMOR, LA ETICA Y LA VIDA


El humor, la ética y la vida
Juan Carlos Siurana, profesor titular de Filosofía en la Universidad de Valencia en el equipo de Adela Cortina, publicó hace un par de años el libro Ética del humor. A pesar de tratar al autor, debo confesar que recién acabo de conocer y leer dicha obra. Y me ha encantado por su originalidad y creatividad. No es un libro de autoayuda, es un libro filosófico, y como tal es de lectura densa.
La tesis central del libro viene expresada ya en la introducción: «Es un libro que propone una nueva teoría ética basada en el humor, una teoría ética que sitúa en el humor el punto arquimédico desde el cual podemos avanzar en nuestra propia comprensión como sujetos morales, obtener razones de nuestra actuación moral, y mostrar caminos para mejorar éticamente tanto a nivel individual como de la sociedad en su conjunto» (p. 12). Se trata, por tanto, de una teoría ética y, a la vez, de una ética aplicada. Y en la medida en que el autor la aplica de manera muy especial al ámbito sanitario (sobre todo en los capítulos 8 y 13), una teoría que puede resultar de gran interés para la bioética.

«AHI TIENES A TU HIJO... » (Jn 19,26-27)

Este año, el tema de la Jornada del Enfermo se inspira en las palabras que Jesús, desde la cruz, dirige a su madre María y a Juan: «Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa» (Jn 19,26-27).
En primer lugar, las palabras de Jesús son el origen de la vocación materna de María hacia la humanidad entera. Ella será la madre de los discípulos de su Hijo y cuidará de ellos y de su camino. Y sabemos que el cuidado materno de un hijo o de una hija incluye todos los aspectos de su educación, tanto los materiales como los espirituales.
Esta vocación materna de la Iglesia hacia los necesitados y los enfermos se ha concretado, en su historia bimilenaria, en una rica serie de iniciativas en favor de los enfermos. Esta historia de dedicación no se debe olvidar. Continúa hoy en todo el mundo. En los países donde existen sistemas sanitarios públicos y adecuados, el trabajo de las congregaciones católicas, de las diócesis y de sus hospitales, además de proporcionar una atención médica de calidad, trata de poner a la persona humana en el centro del proceso terapéutico y de realizar la investigación científica en el respeto de la vida y de los valores morales cristianos.

Papa Francisco Mensaje  XXVI Jornada  Mundial del enfermo 2018

martes, 23 de enero de 2018

Ecumenismo: la elección de Mirvet

La Semana de oración por la unidad de los cristianos (18-25 de enero), es una ocasión propicia para conocerse mejor. La historia de una joven sirio-ortodoxa que descubre en los Focolares un camino para contribuir con la propia vida a la unidad.

syria-1886425_PixabayEl abuelo de Mirvet Kelly era Diácono: «Recuerdo la alegría de ir con él, cuando era chica, cada domingo a la Divina Liturgia sirio-ortodoxa. Orgullosa, lo miraba vestido de blanco recitar desde el altar sus oraciones».

En Ad Homs, en Siria, donde Mirvet creció, están presentes varias Iglesias: la armenio-apostólica, la greco-ortodoxa y católica de varios ritos, la maronita, la melquita y la sirio-católica. Antes de la guerra, estando unidos a la propia iglesia, los fieles asistían también a otra iglesia sin problemas. No obstante esto, por conversaciones aquí y allá, ella percibía también las dificultades de esta pluralidad, por ejemplo que un joven no había podido casarse con su novia porque era católica, o viceversa. «Creciendo- continúa- muchas cosas cambiaron: el abuelo falleció y la Divina Liturgia me parecía larga y anticuada. En la escuela era la única cristiana en medio de muchos musulmanes. En Navidad y Pascua era la única que me ausentaba de la escuela y cuando volvía mis compañeros me hacían muchas preguntas a las que no sabía responder: "¿Por qué existen tantas Iglesias? ¿Por qué el Jesús de ustedes es crucificado y resucita en fechas distintas, según las Iglesias?". Con otras amigas decidimos no volver a pertenecer a una u otra iglesia sino ser cristianas y basta. Y como muchas de ellas, también yo dejé de asistir a mi Iglesia».

D20180118-01espués de algunos años, Mirvet encontró un grupo que trataba de vivir el Evangelio a la luz de la espiritualidad de los Focolares. «Con ellas descubrí que Dios es Padre de todos y que todos somos amados por Él como hijos. Mi vida comenzó a cambiar. Cada vez que trataba de amar, yendo por ejemplo a visitar a los ancianos y a los pobres, la alegría y la paz me llenaban el corazón.

Un día, en un escrito de Chiara Lubich encontré la frase: "Debemos amar a la Iglesia de los otros como a la propia". Yo no sólo no amaba a la Iglesia de los demás, sino que no amaba ni siquiera a la mía, que había criticado y abandonado. Hoy estoy agradecida a los Focolares que me acompañaron a integrarme nuevamente en ella. Comencé en el servicio, ayudando en el catecismo, en el coro y en otras instancias.Fue éste un primer paso para abrirme, en el tiempo, a conocer y amar también a las otras Iglesias».

En ese momento, la historia de Mirvet, ya tan fecunda en el plano personal y ecuménico, tiene un nuevo salto de calidad. Advierte que Dios la llama a la extraordinaria aventura de donarse totalmente a Él. «En los distintos focolares donde viví – explica– me encontré siendo la única ortodoxa junto a católicas que eran de edades, países, idiomas, culturas, iglesias y pensamientos distintos.

Tratar de vivir la unidad con todas estas diferencias es siempre un desafío, porque cada una de nosotras tiene sus propios gustos e ideas también en las pequeñas cosas. Pero cuando se trata de que la realidad del otro sea la propia, experimentamos que las diferencias se convierten en una riqueza. A menudo rezamos una por la Iglesia de la otra, en un crecimiento que es el mismo en la fe y en la relación con Dios.

Y cMirvetKelly._01asi sin darnos cuenta llevamos el fruto de nuestra comunión a nuestras respectivas Iglesias, al trabajo, a la vida cotidiana. Parece una gota en el mar, pero también los pasos más pequeños, unidos a los de muchos otros en el mundo, pueden hacer la diferencia.

En los países de Medio Oriente donde viví, por ejemplo, vi sacerdotes que ayudaban a las personas sin preguntarse a qué Iglesia pertenecían, o hacían proyectos entre Iglesias distintas a favor de muchos que se encontraban en necesidades, indiferentemente si eran cristianos o musulmanes. El año pasado, católicos y ortodoxos festejaron la Pascua el mismo día. Dos amigos sirios, que ahora viven en Viena, me contaban recientemente que ellos y muchos otros fueron ayudados por un párroco y por focolarinas católicas a encontrar la casa, las medicinas, el trabajo, y formaron un grupo en el que comparten y se ayudan en la común experiencia cristiana.

Algunas sirias, que están ahora en USA me decían que son más de cincuenta los emigrantes sirio ortodoxos que se reúnen con periodicidad, una vez en la casa de los ortodoxos y otra en la de los católicos, experimentando que Dios está siempre con nosotros y que debemos rezar, vivir y amar a fin de que el testamento de Jesús: "Que todos sean uno", se realice lo más pronto posible».

Tomado de:  http://www.focolare.org/es/news/2018/01/18/ecumenismo-la-eleccion-de-mirvet/


viernes, 19 de enero de 2018

domingo, 14 de enero de 2018

MIEDO DE ENCONTRARNOS A NOSOTROS MISMOS

"La libertad interior""Llamados a la vida" o "Tiempo para Dios" son algunos de los libros que el padre Jacques Philippe, sacerdote de la Comunidad de las Bienaventuranzas, ha escrito. Referencia indiscutible en el ámbito de la espiritualidad, Philippe estuvo el pasado fin de semana en Barcelona para predicar un retiro y ofrecer una charla. Os invitamos a verla entera aquí, pero -si no tenéis una hora y media- también os ofrecemos en formato entrevista sus reflexiones sobre la oración y la relación con Dios:
Hablar de rezar hoy en día parece algo anticuado.
Sí, hoy dar la prioridad a Dios exige mucho coraje, pero es una lección muy importante y fecunda. Aunque tal vez no se vea, mucha gente siente hoy esta llamada del Espíritu a la oración, y cuando uno entra en este camino –un camino de fidelidad y no siempre fácil-, las consecuencias son muy positivas.
¿Qué tipo de consecuencias?
Me refiero a los frutos tanto individuales como para la comunidad. Estos frutos son lo que nos permite decir que la oración no es algo puramente psicológico, porque tiene consecuencias. Si permanecemos fieles a la oración, poco a poco nos volvemos más apacibles, más delicados, más atentos a los demás: comunicamos la paz de Dios. Luego están los santos, que gracias a la oración han logrado hacer grandes obras de amor impensables en un principio.
El prisma Jacques Philippe oración Dios como rezar
¿Es orar lo que se lo ha permitido?
Nos lo permite a todos. Para vivir una vida cristiana que no sea simplemente una adhesión a una doctrina o seguir unas normas morales, es necesaria una relación de corazón con Dios. Vivimos en un mundo que presenta desafíos ante los que la simple sabiduría humana no basta: necesitamos una fuerza interior que solo podemos encontrar en el Señor. Y para eso es imprescindible conocer las actitudes esenciales que están en la base de toda buena oración.
¿Qué es una "buena oración"?
No es una cuestión de técnicas: una oración buena es la que nos hace encontrar a Dios y poco a poco nos transforma interiormente. Las actitudes esenciales que te decía son tres: la oración ha de ser un acto de fe, de esperanza y de amor.
Empecemos por el principio entonces, ¿acaso ponerse a rezar no es ya en sí un acto de fe?
Sí, uno muy simple pero muy importante porque te pone en contacto con Dios. Con el mero hecho de rezar uno está manifestando varias cosas: "Creo que Dios existe", "Creo que me ama y se interesa por mí" y "Creo que vale la pena consagrarle unos minutos".

La "buena oración" no es una técnica, es aquella que nos hace encontrar a Dios y nos transforma

Una vez hecho este primer contacto, ¿qué siente?
Bueno, es cierto que gracias a la oración uno puede llegar a sentir –a percibir sensiblemente- la presencia de Dios, su ternura y su alegría. No pasa siempre pero es algo bonito cuando ocurre, porque Él no es un ser lejano, sino alguien que viene a mí, que me toca. Aunque la oración no es desde luego una mera experiencia sensorial, también es cierto que muchas veces despreciamos los sentimientos y nos quedamos en un plano más frío, más intelectual.
¿También se puede contactar con Dios por esta vía?
Sí, a veces el Señor viene a nosotros desde la inteligencia, nos da luces: nos permite comprender de una forma nueva algún aspecto de nuestra fe o responde alguna duda delicada que tengamos. Pero lo que digo es que hay que tener claro que la oración como acto de fe no se basa ni en los sentimientos ni en el intelecto.
¿Entonces en qué?
Hay momentos en los que buscamos sinceramente a Dios, llenos de buena voluntad, pero en los que somos como un trozo de madera en el plano sensible y en el intelectual estamos a tientas en la oscuridad, rodeados de cosas que nos sobrepasan. A veces Dios no responde todas las preguntas: desde luego, no encontraremos cada día bajo la puerta una nota con indicaciones suyas. A lo que me refiero es a que en toda vida cristiana hay momentos de mucha luz y momentos de sequía, momentos pobres en los que corremos el riesgo de desanimarnos ante las experiencias exuberantes de otros. Podemos inquietarnos, pero en estos momentos recordemos siempre una cosa.
El prisma Jacques Philippe oración Dios como rezar
¿Qué cosa?
En que ni la sensibilidad ni la inteligencia son la base de la relación con Dios: es la fe, es decirle "Señor, no siento gran cosa y me gustaría comprenderlo todo, pero creo aún así con todo mi corazón que estás aquí". Por eso es importante perseverar en la fe, porque cuando estás en esta actitud Él trabaja en ti aunque sea de manera secreta o profunda: con el tiempo verás los frutos.
Hablabas también de que la oración ha de ser un acto de esperanza, ¿en qué sentido?
Si rezo es porque sé que tengo necesidad de Dios, espero de Él la salvación que no puedo darme solo, espero de Él su gracia, su amor y su misericordia. Rezar es reconocernos humildes, darnos cuenta de que no somos autosuficientes: es un acto de esperanza simple pero precioso y lleno de valor. Esto es importante porque paradójicamente, la oración a veces es un camino de pobreza.
¿A qué se refiere?
En primer lugar, a que la oración no tiene una técnica infalible: las mismas acciones no dan siempre los mismos resultados como al conducir, por ejemplo, sino que veces recibes consolaciones que no has pedido o buscas y no encuentras. Esto es así porque en la oración siempre dependemos de Dios, y a Él no podemos controlarle. También es un camino de pobreza porque la oración, que es fantástica, tiene un pequeño problema.

La oración es un camino de pobreza: nos hace ver nuestra miseria y nuestros límites

¿Cuál es?
Que cuanto más entramos en la luz de Dios, más vemos nuestra miseria, nuestros límites, nuestra dureza de corazón. Es como las ventanas de casa: cuando afuera está oscuro parece que estén limpísimas, pero a la que el sol pasa a través de ellas ves que lo que creías impoluto está lleno de suciedad: pasa lo mismo con la oración. No es algo agradable, pero es bueno para ser humildes, porque sólo cuando conocemos una enfermedad podemos curarla.
Pero entonces la oración se vuelve incómoda, ¿no?
En esos momentos en que la oración no es un momento de intimidad maravillosa con Jesús es cuando nuestra pobreza humana se manifiesta más claramente. Aparece todo lo malo que hay en mi vida, y por eso mucha gente tiene miedo de la oración, miedo del silencio, de la soledad: tenemos miedo a encontrarnos a nosotros mismos. Ahí es cuando la práctica de la esperanza es importante.
¿Cómo se practica la esperanza?
Muy simple: te pones delante de Él y le dices: "Señor, estoy ante ti como un pobre, veo todos mis pecados y mi fragilidad, pero no es un problema porque Tú eres mi esperanza. Es de ti que espero mi salvación, Señor: es de ti que espero la gracia que podrá curarme, purificarme y transformarme". Esto es un acto de esperanza: un acto de humildad en el que dejas de hacerte el interesante, reconoces tus límites y los aceptas poniendo tu confianza en Dios. Dejas que Él sea tu roca.
No parece sencillo…
Se cuenta que al rey San Luis Jesús le dijo: "¿Querrías rezar como un santo? Te invito a rezar como un pobre". Si entramos en esta actitud de humildad y esperanza, rápidamente Dios vendrá a consolarnos y nos dará la paz. A veces tarda un poco, pero Dios es fiel: como dice la Santa Escritura, "un pobre ha gritado y Dios escucha". Es algo que vemos muy a menudo en la Biblia: la oración que Dios escucha –la que toca Su corazón y transforma a quien la realiza- no es la del fariseo, sino la del pobre que grita al Señor desde lo profundo, como el publicano arrodillado al fondo del templo. Es la potencia que hay en la esperanza: si esperamos todo de Dios, aunque tengamos que pasar por la puerta estrecha, Él nos lo dará todo, porque es fiel siempre.
El prisma Jacques Philippe oración Dios como rezar
Entonces, ¿Dios lo hace todo? ¿Dónde queda el hacer del hombre entonces?
No hablo de una espera pasiva: todo lo que dependa de mí, lo hago, evidentemente, pero soy fiel a la oración. Grito al Señor "día y noche", como dice la Biblia, no con un sentimiento vago sino con un compromiso fiel.
El tercer punto que mencionabas era la oración como acto de amor.
Sí, pero no un amor romántico o sensible, sino un amor verdadero a Dios: cuando rezo quiero ponerle en el centro de mi corazón y darle tiempo. Dar a Dios cada día media hora –en tanto que el tiempo, desde luego, es importante porque es nuestra vida- es un auténtico acto de amor.
Pero no todo el mundo tiene media hora al día para dar a Dios…
Lo que está claro es que la oración requiere tomar un tiempo, y cuanto más mejor, pero es cierto lo que dices. Para la gente que está en el mundo, ocurre que hay gracias muy especiales: si es todo lo que puedes dar, con solo 10 o 15 minutos al día puedes recibir más gracias que una monja carmelita que reza tres horas, porque Dios conoce la condición de vida de cada uno. Se trata de reservar un momento del día y consagrarlo a Dios.
Dice que orar es un acto de amor pero también que la oración se produce en sequía muchas veces, ¿cómo es posible juntar estos dos extremos?
Porque aunque se rece en sequedad, el deseo de amar sigue en el centro de toda oración, le da todo su valor y atrae el amor de Dios. Pero la oración no es sólo un acto de amor al Padre, también al prójimo, aunque muchas veces ni lo pensemos. Poder rezar los unos por los otros es un consuelo mucho mayor de lo que podemos imaginar.

Si no tienes tiempo y dedicas 10 minutos al día puedes recibir más gracias que una carmelita en tres horas

¿En qué sentido?
En que nos ayuda con el mayor sufrimiento que puede haber en la vida: ver sufrir a alguien amado y no poder hacer nada por él. Ante esta impotencia, siempre nos queda la oración: no es una varita mágica pero cuando rezo por alguien sé que Dios escucha mi oración y que –aunque no sé cuándo ni cómo, pues el tiempo de Dios es misterioso- le ayudara. La oración, además, también ayuda al prójimo aunque no recemos explícitamente por él.
¿Por qué?
Porque la oración nos transforma, dulcifica nuestro corazón: si soy fiel a la oración, me vuelvo más humilde, más dulce, más misericordioso, más atento a no juzgar –porque me doy cuenta de mi propia miseria-. Esto es un gran regalo para los que estén a mi alrededor. El corazón se tranquiliza y poco a poco uno se ve profundamente atraído por el misterio del amor de Dios: no hablo de cambios extraordinarios o extraños, sino a que de forma simple toda nuestra vida se unifica hacia Él. Y esto es porque es importante reconocer que en esta relación quien ama primero es Dios.
¿Y el hombre?
Responde. Es importante dar mi amor a Dios, pero lo es incluso más acoger su amor, es una actitud fundamental. Es creer que Dios te mira con una mirada de amor tal que no importan ni tu indignidad ni tu pobreza. Por eso no hay que salir de haber hecho, pongamos por caso, una hora de oración en la que no has estado al 100% diciendo "lo he hecho mal, he estado muy distraído, no he podido rezar bien…".
man+praying
Pero esta sería la reacción lógica, ¿no?
Sí, pero es caer en el orgullo. Lo que has de decirle a Dios en una situación así es "Señor, por mi parte esta hora que he pasado delante de Ti ha sido lamentable, pero a pesar de que yo estaba lejos, sé que Tú sí estabas ahí. Que aunque durante esta hora yo no haya hecho nada, Tú sí: me has mirado y me has amado. Gracias". Siempre hay que salir contento de la oración, y es algo que han tenido que aprender incluso los santos, ya lo decía Santa Teresa de Jesús.
¿Qué decía?
Ella cuenta que le costaba mucho la oración, que se sentía seca y se dormía, pero lo interesante es cómo reaccionaba. No se culpabilizaba, sino que decía: "Debería entristecerme, pero no lo hago porque pienso que los niños agradan tanto a sus padres cuando duermen como cuando están despiertos, y que los médicos duermen a sus pacientes antes de operarles… El Señor se acuerda de que no somos más que polvo". Esto, que tiene un toque humorístico, también esconde una gran reflexión. ¿Por qué anestesia un cirujano a su paciente?
Para que no sufra durante la operación.
Sí, pero también para poder trabajar tranquilo. Hay etapas en nuestra vida llenos de pobreza e impotencia en los que todo nos sobrepasa y lo único que queda es abandonarnos, dejarnos caer en los brazos del Padre. Estos son los momentos que usa Dios para sus operaciones más profundas y más positivas, aunque no veamos los frutos hasta más tarde. No podemos dudar de la fidelidad de Dios, de su misericordia.

El pecado más grave es la desesperanza, es dejar de confiar en Dios

Pero hay momentos en los que a pesar de eso, uno puede dudar de Dios, ¿cuál es la causa, según usted? ¿El pecado?
No creo que el pecado nos aleje siempre de la oración, sino que muchas veces es al contrario: nos obliga a rezar. Dios se sirve de todo: ¿cuál dirías que es el pecado más grave?
No lo sé…
Yo creo que es la incredulidad, la desesperanza, la falta de confianza en Dios. No es el hecho de ser pecador lo que me separa de Dios: si yo lloro mi pecado y me tiro a los brazos de Dios, lo que era un pecado se convierte en una gracia. Cuanto más pecador soy, más tengo que rezar. El demonio es muy inteligente: a veces caemos en una falta y nos dice "no reces, escóndete, no puedes presentarte así ante Dios, eres demasiado horrible". Y precisamente por eso hemos de rezar, ¿dónde voy a curarme si no en los brazos de Dios?
Por último, yendo a lo práctico, ¿cuál es la mejor manera de rezar?
Lo mejor es estar ante Dios tranquilamente, simplemente nutriendo nuestra mirada de amor a Él, como un pájaro que vuela y de vez en cuando aletea un poco. Es una oración muy simple, en la que de vez en cuando relanzamos la atención a Dios. El problema es que muchas veces no estamos así: nos distraemos, se nos va la mente…
¿Y en estos casos qué recomiendas?
En estos momentos son necesarios métodos para enfocar nuestra atención, como oraciones recitadas, hablar directamente con el Padre o el Hijo o usar el Evangelio. El método tradicional de la Iglesia desde siempre es partir de la Palabra de Dios para iluminar la oración. Sea para ver qué me dice la palabra o para pedir que Él me ayude a ponerla en práctica.
El prisma Jacques Philippe oración Dios como rezar
O sea, una meditación.
Sí, también la meditación es un método tradicional, pero hay que saber dejarla a tiempo: no consiste en pensar mucho, sino en ponerse en buena disposición ante Dios. Si al meditar un poco sobre el texto, hay algo que te toca especialmente o te llega profundamente, quédate en eso: tal vez repetirlo varias veces o dar vueltas sobre ese punto. Hay un versículo en la Escritura que he leído cien veces pero de vez en cuando me toca especialmente: "El Señor es mi pastor". Él es mi pastor, yo su oveja, no me hace falta preocuparme… y esto me hace entrar en una disposición adecuada del corazón: esta es la fuerza de la Palabra, que cuando la acogemos en el corazón nos suscita una actitud de apertura y de amor a veces muy rica. Esta puede ser una muy buena base.
¿Son recomendables las oraciones recitadas como el rosario, por ejemplo?
Formas más simples de oración como el rosario, que es una oración repetitiva pero que tiene un ritmo, que nos tranquiliza, nos pueden ayudar también. En mi caso, cuando no logro recogerme y centrarme o estoy muy cansado como para leer cualquier cosa, a veces cojo el rosario, me confío a la Virgen y lo voy recitando. Me doy cuenta de que mi corazón se tranquiliza, que a lo mejor estoy distraído con la cabeza, pero no es importante, porque gracias a esta repetición la presencia de María tranquiliza mi espíritu y me pone en presencia del Señor.
¿Alguna conclusión final?
De lo que se trata es que cada vez sea menos una oración de pensamiento, de cabeza, y cada vez más una oración de corazón, que se abra a Dios, en una apertura y abandono que hace que la oración sea profunda.
Tomado de:              http://diarioelprisma.es/como-rezar-oracion-encontrarnos-nosotros-jacques-philippeutm_content=bufferad5d5&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer