jueves, 12 de abril de 2018
miércoles, 11 de abril de 2018
LEVANTARSE SIEMPRE
lunes, 9 de abril de 2018
domingo, 1 de abril de 2018
FELICES PASCUAS
sábado, 31 de marzo de 2018
La existencia de Jesús reúne más pruebas que cualquier personaje de la Antigüedad
Sin embargo, las fuentes históricas permiten asegurar con absoluta certeza que existió un hombre en la Palestina del siglo I llamado Jesús de Nazaret, un predicador que hacía milagros y profecías y que se proclamó Dios, y que fue crucificado por orden de Poncio Pilato bajo las presiones del sanedrín.
¿Cuáles son las fuentes históricas que justifican esta afirmación? A ello consagró el pasado Martes Santo un programa especial Tiempos Modernos, el espacio que dirige el historiador Fernando Paz en Intereconomía TV, una tertulia en la que participaron: Luis Antequera, autor de El Cristianismo desvelado y Jesús en el Corán, y bloguero en ReL; César Barta y Nicolás Dietl, ambos físicos y miembros del Centro Español de Sindonología; y Gabriel Ariza, director de Infovaticana y director de la editorial Homo Legens.
Abajo ofrecemos el vídeo completo de la tertulia, que vale la pena ver entera, pero recogemos a continuación algunos de los argumentos expuestos.
Las fuentes judías. Flavio Josefo (c. 37-101), fue un historiador judío que en su Libro de las Antigüedades (año 90) hace dos breves menciones a Jesucristo, una directa de unas ocho líneas y otra tangencial (al referirse a Santiago) de menos de una. La cita directa es un párrafo panegírico que habla bien de Jesús y dice que podría ser una figura divina que hace milagros. Algunos han pretendido quitar valor a esta alusión, alegando que podría ser una interpolación cristiana, pero el caso es que el texto figura así en todas y cada una de las copias que se conocen. También se ha dicho que Flavio Josefo podría ser un cristiano oculto, pero entonces cabe esperar que habría mencionado a Cristo algo más que de pasada y con mayor implicación que una simple referencia contextual.
Las fuentes paganas. Plinio, Suetonio y Tácito, todos ellos anteriores al año 120, mencionan mínimamente a un personaje llamado Cristo. No es importante lo que dicen de él, aunque sí que recojan su existencia. Se da además alguna interrelación con las fuentes cristianas. Suetonio habla de la expulsión de los judíos de Roma en tiempos de Claudio, y en las cartas de San Pablo se habla de una pareja de judíos víctimas de esa expulsión.
Abundancia de fuentes. Las fuentes documentales sobre Jesucristo son más abundantes que sobre cualquier otro personaje de la Historia. Hay que tener algunos datos para entender con perspectiva lo que esto significa. Por ejemplo, que el primer manuscrito firmado por su autor que se conserva es de Petrarca (1304-1374). Que de Sócrates, de cuya existencia y pensamiento nadie duda, solo sabemos por Platón. Que la traducción más antigua que se conserva de las obras de Platón es catorce siglos posterior a su redacción (del siglo IX: el filósofo griego vivió en el V antes de Cristo). De La Guerra de las Galias, de Julio César, que nadie cuestiona como fuente histórica, la copia más antigua que se conserva es once siglos posterior a los hechos. De los Evangelios, sin embargo, se conservan más copias que de ningún otro libro de la Antigüedad, más de 40.000 en infinidad de lenguas y prácticamente coincidentes; solamente manuscritos griegos de finales del siglo I y principios del siglo II se conservan 6.000, y están apareciendo copias cada vez más antiguas.
La datación de los Evangelios. Los Evangelios son muy próximos a los hechos narrados en ellos, lo cual refuerza su veracidad. Esto puede deducirse de una mera crítica interna. Con certeza, los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) están escritos antes del año 70, dado que citan la profecía de Jesús sobre la destrucción del Templo, que tuvo lugar ese año, pero no el hecho mismo. Por lo mismo, los Hechos de los Apóstoles son escritos por Lucas en torno al año 60, que es cuando se separa de Pablo, o bien poco después. Ahora bien, Lucas dedica los Hechos a Teófilo evocándole el Evangelio que ya le ha mandado. Luego el Evangelio de Lucas es como mínimo anterior al año 60-70. Pero, a su vez, tanto Lucas como Mateo beben en Marcos, como se deduce de la crítica interna. Todo esto fue corroborado además por el famoso papiro 7Q5 de Qumrán, en el que el padre O'Callaghan identificó un texto de Marcos 6, 52-53. Ahora bien, los papirólogos datan ese manuscrito en torno al año 50. Pero es que la vasija en la que fueron hallados esos papiros se cree que venía de Roma, esto es, no se trataría de una primera copia, sino de una copia del Evangelio procedente de Roma, donde ya circulaba.
El relato de la Pasión. La Pasión y Muerte de Cristo, tal como la relatan los Evangelios, es por sí misma una prueba de veracidad. Primero, porque el simulacro de proceso se vio condicionado por la presencia en Jerusalén de Poncio Pilato, quien tenía su residencia en Cesarea Marítima; nada habría sido igual sin él allí, lo que aporta una prueba inequívoca de veracidad al relato. Segundo, por la existencia de dos métodos de ejecución, la flagelación y la crucifixión, una singularidad en la Historia porque eran métodos alternativos; de hecho, la muerte de Jesús en la Cruz es muy rápida, tres horas frente a los seis días de agonía que suponía en otros casos; y a él no le parten las piernas para acelerar su muerte, porque su propia debilidad en las piernas ya le está asfixiando.
martes, 27 de marzo de 2018
SI QUEREMOS PARECERNOS A MARÍA
RESPETO, APRECIO, DIVERSIDAD
LA SANTA TIERRA JORDANA
SICNIE
La alegría signo del evangelio anunciado.
La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de gozo (cf. Lc 10,17). La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo y alaba al Padre porque su revelación alcanza a los pobres y pequeñitos (cf. Lc 10,21). La sienten llenos de admiración los primeros que se convierten al escuchar predicar a los Apóstoles «cada uno en su propia lengua» (Hch 2,6) en Pentecostés. Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. El Señor dice: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido» (Mc 1,38). Cuando está sembrada la semilla en un lugar, ya no se detiene para explicar mejor o para hacer más signos allí, sino que el Espíritu lo mueve a salir hacia otros pueblos.
La Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos predecir. El Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola también cuando el agricultor duerme (cf. Mc 4,26-29)
Papa Francisco, La alegría del evangelio, nº 21
lunes, 26 de marzo de 2018
VIA CRUCIS 2018 escrito por 15 jóvenes al Papa
12 chicas y 3 chicos presentan un encuentro personal con Jesús camino a la cruz, en el que insertan situaciones del momento actual. Así son las meditaciones que se leerán este Viernes Santo en el Coliseo romano.
domingo, 25 de marzo de 2018
lunes, 19 de marzo de 2018
domingo, 18 de marzo de 2018
miércoles, 7 de marzo de 2018
CLAVES BUENA CONVERSION
Sacar provecho a la propia personalidad, una buena compañía, un testimonio cercano y una invitación a un grupo de cristianos son las claves que ha observado en la mayoría de las conversiones el sacerdote Ramón Rosal, quien deja caer que la ausencia de Dios está en el trasfondo de muchas enfermedades de la psique
Dedicado durante décadas a la pastoral con los no creyentes –«en la periferia, como dice el Papa»– el sacerdote Ramón Rosal, doctor en psicología, acaba de publicar "Cincuenta ateos y agnósticos convertidos al cristianismo" (CCS), que además de una colección de biografías de conversos conocidos y desconocidos es un estudio de los diferentes procesos psicológicos que intervienen en la conversión de una persona.
Rosal, durante muchos años psicólogo clínico en el Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista de Barcelona, fundado por él, ha identificado diecinueve tipos de situaciones y experiencias psicológicas que juegan un papel importante como desencadenante de estos procesos, y describe el potencial psicológico que puede favorecer esta experiencia de «encuentro profundo» con Dios.
Así, destaca el papel de la identidad personal de cada individuo como el sustrato en el que Dios empieza empieza a edificar: «en las conversiones que he estudiado he visto la importancia de las emociones y las intuiciones en el proceso de las personas más sensibles; en otras más intelectuales, por ejemplo, Dios entra por la razón de estas personas. Dios no nos anula a la hora de entrar en nuestra vida, sino que trabaja con lo que ya somos».
Así, cita al famoso filósofo de la ciencia y propagandista ateo Anthony Flew, quien tras convertirse afirmó que fue precisamente la ciencia la que le había llevado al conocimiento de la existencia de un Dios creador; o el filósofo García Morente, que gracias a su sensibilidad estética pudo reconocer la presencia de Jesús junto a él una noche oyendo un fragmento de Berlioz; o Paul Claudel, admirador del arte que fue cautivado por la fe cristiana que emana de las piedras de la catedral de Notre Damme; o Edith Stein, cuya inquietud intelectual le llevó a abrir y leer hasta el final el "Libro de la vida" de santa Teresa de Jesús.
De este modo, «Dios se vale de nuestras aficiones y de nuestras características humanas para entrar en nuestra vida. Dios no nos anula. El acto de fe es una colaboración de la gracia divina con el hombre. No es que todo lo haga Dios y nosotros estemos pasivos; lo principal es la gracia, pero luego el ser humano facilita u obstaculiza esa acción de Dios».
El proceso de conversión
Pero hay algo más decisivo que interviene en la conversión de una persona. «Me he encontrado con que, a pesar de que hay una gran variedad, en casi todos los casos que he estudiado hay un amigo cristiano o una admiración hacia otros cristianos –lo que se llama habitualmente "mediación"– que le han llevado de la mano hasta la fe».
Por eso resalta la importancia de la existencia de un fuerte vínculo previo a la hora de acompañar a otra persona en este proceso. «En la gran mayoría de las personas que he investigado tuvo especial relieve el testimonio de cristianos, amigos, escritores… Por eso es bueno que haya un buen vínculo antes de pasar a una conversación más profunda. Si no lo hay, si no hay esa confianza, no es provechoso. Incluso haber trabajado juntos en algo humanizador, compartir juntos algo valioso desde el punto de vista humano, es la mejor base para un diálogo posterior, a solas, en el que tú puedas comunicar tus convicciones religiosas».
Una experiencia personal
En esto, Rosal menciona su propia experiencia, pues en el libro recoge siete casos de personas a las que él mismo ha acompañado en estos últimos años. «Con todos ellos había una amistad previa, un vínculo común. Son expacientes míos, alumnos o psicólogos miembros de mi equipo en el que existía una buena colaboración humana. Cuando les conocí, ellos no sabían que era sacerdote y tampoco que fuera católico. Esto lo han sabido cuando convenía, porque primero existió una relación de confianza».
Para Rosal, el problema es que «muchos tienen una visión muy deformada de la fe, alimentada con caricaturas y prejuicios, y eso frena mucho una conversión. La mejor estrategia entonces es ir derrumbando prejuicios poco a poco, ir suscitando la curiosidad». Y añade también la importancia de utilizar «un lenguaje no convencional, una forma de hablar que no rechine en los oídos de los alejados y que sea atractiva para ellos».
Así, «después de haber hablado varias veces y de responder a algunas preguntas, llega el momento de dar tu testimonio personal de vida, que el otro sepa por qué crees, de dónde te viene vivir así, de dónde viene tu fe. Y luego es muy positivo invitarle a algún grupo de cristianos, a un rato de oración o de intercambio de experiencias, a alguna reunión en la que se hable de un tema interesante. Ofrecer al otro un buen ambiente ayuda mucho», reconoce el padre Ramón Rosal.
«Que Jesús sea el alimento de tu vida»
Además de su actividad en el Instituto Erich Fromm, el padre Rosal ha organizado durante años unos encuentros semanales dirigidos tanto a cristianos como a agnósticos que valoran la figura de Jesucristo, «porque hay muchos no cristianos que tienen a Jesús como inspiración de su vida». Recuerda especialmente cuando en la Eucaristía «ellos hacían su comunión espiritual: se ponían en la cola y cuando llegaban a mí yo les daba la bendición y pedía para ellos que Jesús fuera el alimento de su vida. "Eso es más bonito de lo que nos dices a nosotros", me decían los otros entre risas».
¿Está la ausencia de Dios en el trasfondo de muchas enfermedades de la psique? Ramón Rosal responde que «por nuestro instituto han pasado cerca de 4.000 pacientes, y de ellos solo algo menos del 14 % se han declarado creyentes. Eso a mí me hace pensar, porque en la calle hay ateos y agnósticos, pero no tanto… Hay quien tiene la hipótesis de que la fe ayuda a evitar trastornos psicológicos. Yo solo me remito al porcentaje. Pero es que en los últimos tres años, el porcentaje de creyentes se ha reducido más todavía: hoy está en menos del 10 %, cuando al mismo tiempo los problemas de trastornos psicológicos han ido en aumento. Yo creo que de ahí se pueden sacar algunas conclusiones…»
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo