miércoles, 20 de junio de 2018

URAKAMI


En 1865, Japón volvió a abrir sus puertas a los extranjeros tras dos siglos de cierre total. Padre Petitjean (1829-1884) de las Misiones Extranjeras de París llegó a Nagasaki y erigió en esta ciudad una pequeña iglesia. Un día vio un grupo de 12 a 15 personas, incluidos hombres, mujeres y niños, de pie frente a la puerta de nuestra iglesia. Me apresuré a abrirla. Una mujer se me acercó y poniéndose la mano sobre el pecho, me dijo:   
 - ¿Nuestro corazón y el de todos los aquí presentes es como el tuyo?   
 -
​ ​
Ciertamente, le respondí, pero ¿tú de dónde eres?    
 - Casi todos somos de Urakami. 
E inmediatamente la mujer preguntó: "¿Dónde está la imagen de Santa María?"  Al oír este nombre bendito, ya no tuve ninguna duda. Me di cuenta de que ciertamente estaba en presencia de viejos cristianos del Japón. Eran quince mil y habían mantenido su fe incluso sin un sacerdote durante dos siglos y medio. Conduje al pequeño grupo al altar de la Santísima Virgen, y llenos de alegría y emoción, todos comenzaron a orar.